El Templo de Artemisa

Se encontraba ubicado en la ciudad de Éfeso (actual Turquía). Originalmente data del 550 a. C. El templo fue destruido, pero por orden de Alejandro Magno se reconstruyó a fines del siglo IV a.C.
Era un complejo de gran tamaño, donde sus distintas salas y monumentos eran designados con letras sucesivas del abecedario. Fue incluido por Antípatro de Sidón en la lista de maravillas del mundo antiguo. El templo fue reconstruido una vez, pero lo que queda de él es lo que quedó después de que un incendio provocado por un hombre llamado Eróstato lo dejara en ruinas.


El templo fue levantado por el Rey Creso en honor a la diosa de la luna y la caza. Su diseño y localización, con una capilla jónica que llamaba la atención a comerciantes, visitantes y religiosos, fue ideada por un arquitecto de Cretha llamado Cherisiphron. El templo no sólo escondía la imagen de Artemisa, sino que también había huecos para numerosas diosas más, como una de las más conocidas; Cibeles.

El templo, cuyas medidas eran de 114m de longitud y 54m de anchura, estaba equipado con 127 columnas jónicas con una altura de 60m cada una. Estamos ante una obra sin precedentes, donde el mármol era el elemento predominante y donde las escenas escultóricas de alto relieve llenaban las columnas de tambores. El interior era parecido a un museo, y además de contar con Dioses griegos, eran habituales las estatuas de guerreros amazónicos, pinturas en las paredes, detalles de oro y plata, etc.


Fue arrasado por un incendio intencionado alrededor del año 356 aC y, posteriormente, como ya he mencionado Alejandro Magno ordenó que fuera reconstruido; aun así, los godos volvieron a arrasarlo. Hoy en día se visitan sus restos donde los turistas pueden comprobar la magnificencia de una estructura descomunal que en su origen debio ser toda una maravilla, tal y como es hoy considerada.






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